Torreón de Paredes se ha hecho un nombre en el mundo del vino chileno gracias, primero, a su apego por el alto Cachapoal y por sus vinos ligados a ese origen andino. Y, segundo – ya en un tono más de opinión personal- por pertenecer al reducido grupo de productores nacionales que sí es capaz de hacer un buen merlot.

Las condiciones frescas, influidas por las brisas de la Cordillera y los suelos aluviales de los pie de montes andinos parecen ser buenos factores para el merlot. Pero si en Burdeos, el merlot y el carmenere coexistían, por qué no podría pasar lo mismo en Cachapoal. Así lo piensan los incansables hermanos Paredes y así también presentan su Reserva Carmenere 2005.

Se trata de un carmenere neto. Las notas a hierbas se funden con los aromas a frutas rojas y las especias sobre un cuerpo suave y un leve gusto a chocolate que acentúa su lado dulce, sin ser dulce, claro. Elegante más que simple, la acidez hacia el final de la boca ayuda a levantar el frescor de la fruta dejando una suave sensación.

Un consejo (que bien puede aplicarse a cualquier vino): cuando recién abrí la botella, el vino parecía excesivamente cerrado, mientras en la boca los taninos, si bien nunca fueron agresivos, resaltaban sobre el conjunto haciendo que el balance tambaleara. Luego de dos días en el refrigerador, el vino cambió notablemente. Hagan la prueba.

Por Patricio Tapia
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